Disponen de una fuente de iluminación que funciona por fibra óptica, lo cual asegura una correcta iluminación de toda la zona a inspeccionar incluso cuando se produce una rotación o giro de la cabeza del boroscopio.
Existen dos clases de boroscopios, los rígidos y los flexibles. A continuación se detallan las cualidades de cada uno de ellos:
BOROSCOPIO RÍGIDO:
Pueden transmitir la imagen mediante fibra óptica o mediante un juego de lentes.
El extremo del boroscopio puede tener espejos angulares de forma que la visión sea angular a 0º, 45º, 90º o superior a 90º. Algunos boroscopios tienen el juego de lentes intercambiable.
El tamaño del vástago debe tener un diámetro acorde con la zona a inspeccionar (de 5 a 10 milímetros).

BOROSCOPIO FLEXIBLE:
Tienen un conducto flexible por el que se dispone la fibra óptica.
El el extremo del conducto se dispone de: lente para inspección (se puede colocar a diferentes grados), un mecanismo para desplazar la lente en diferentes ejes pudiendo ser capaz de volver la punta hacia atrás, iluminación suministrada por un haz de fibras ópticas conectadas a una fuente de luz, y una minicámara de vídeo en sustitución de la lente de forma que puedan tomarse fotos o películas de la zona a inspeccionar.

Entre los defectos que podemos localizar mediante el empleo de los boroscopios están los defectos superficiales, porosidades, grietas, corrosión, delaminaciones, protuberancias, fugas, pérdidas de recubrimientos protectivos, deformaciones y desgastes.